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Creaciones artísticas invitan a reconectarnos con lo ritual

  • La muestra está compuesta por instalaciones, esculturas, pinturas, videoperformances, entre otros formatos visuales. 

  • Todas las obras se exhiben por primera vez en los Museos del Banco Central, e incluso, algunas fueron creadas para la exhibición.

Convicciones y creencias de vida de 20 artistas costarricenses se entretejen con sus procesos creativos a manera de rituales de transformación, sanación, expresión y conexión con el universo. La nueva exhibición de los Museos del Banco Central de Costa Rica, El hilo vibrante, invita a conocer y experimentar sus procesos y creaciones artísticos a partir del 5 de agosto. 

La exhibición reúne un conjunto de obras que revitalizan el nexo que existió entre el arte y el ritual desde el origen de la humanidad. Esto, de diversas formas: a veces de manera sutil, en el simbolismo y en los recursos expresivos de las obras; en otras ocasiones, por medio de sus referentes o por ser parte integral de procesos creativos ritualizados y; otras veces, por el tipo de experiencias que suscitan. El estudio de las obras a la luz de la temática de la ritualidad se incluye en una publicación impresa que acompañará la muestra.”, explica María José Monge, curadora de artes visuales de los Museos encargada del proyecto.

Estas obras, de formatos muy variados, actúan como las hebras de un gran hilo vibrante que pretende activar nuestra capacidad de generar relaciones resonantes con el entorno, los otros y nosotros mismos. Desde la Plaza de la Cultura, pasando por el segundo subnivel del Museo y llegando hasta el tercero, El hilo vibrante, es un recorrido que invita a hacer una pausa, a empatizar con la historia de los artistas y a descubrir lo ritual en la cotidianidad tanto a nivel individual como colectivo. 


En comunión con el cosmos

“Ser parte de un ordenamiento cósmico mayor es una inquietud compartida en algunas de las obras que conforman esta exhibición. Desde esta premisa, las obras son canales para honrar, propiciar, agradecer y reciprocar las diversas dimensiones de la existencia, muy vinculada a la tierra y la naturaleza”, añade Monge.

En esta sección de la exhibición, por ejemplo, el artista Rafael Ottón Solís, influido por sus interpretaciones en torno a los sitios arqueológicos precolombinos y la fe cristiana, recrea una especie de monumento circular lleno de piedras con una ruptura en su circunferencia, la cual simboliza el desequilibrio cósmico a causa de las formas como los seres humanos nos relacionamos con el planeta. El silencio. “Soy como el agua que se derrama” es el título de esta instalación ubicada en la Plaza de la Cultura. 

Aquí, también se encuentra la obra Serpiente de agua, de Lucía Madriz. Esta es una obra táctil y sonora que, a través del simbolismo del conjunto agua-serpiente-ave, y de su alcance multisensorial, celebra los saberes ancestrales acerca de la interdependencia y la regeneración como principio cósmico de la vida. Como en el caso de Solís, para Madriz el deterioro del medio ambiente es una preocupación fundamental.

Rituales capturados en imágenes

La escenificación de lo ritual es subrayada en el conjunto de obras de esta sección. En ellas se destacan la importancia que el espacio, el tiempo y el cuerpo tienen en la consecución de los juegos, las procesiones o las fiestas. Tal es el caso de la obra Después de la lluvia de Adrián Arguedas y fotografías de José Díaz, Giorgio Timms y Victoria Cabezas han fotografiado algunos rituales existentes en Costa Rica. 

La mirada de estos fotógrafos del Juego de los diablitos, la Marcha del orgullo LGTBIQ, las procesiones de la Semana Santa y otros elementos alusivos a altares religiosos resaltan el efecto de vinculación y de fortalecimiento de los sentidos de pertenencia. 

Creaciones de liberación y sanación

La violencia es contrarrestada con gestos rituales de liberación, transformación y sanación en las obras del siguiente apartado de la muestra. En los videoperformances, videocreaciones y fotografías documentales de performances que se podrán ver aquí, los cuerpos de los artistas son los protagonistas. 

Por ejemplo, Marton Robinson, con su obra No le digas a mi mano derecha lo que hace la izquierda, o Javier Calvo con El nuevo mundo, usan su cuerpo para manifestarse sobre el rol que el color de la piel ha tenido en la configuración histórica de América. 

Robinson utiliza su cuerpo para borrar una pared intervenida con dibujos emblemáticos del imaginario costarricense acerca de la negritud. Calvo, por otro lado, parte de la creencia popular de que la calvicie es una herencia española e intenta “corregir” la ineludible herencia histórica y biológica restituyéndose su cabello con el tatuaje a tinta blanca de líneas distribuidas en cuentas de 1 al 5.

Corporalidades transformadoras

Finalmente, “en algunas prácticas artísticas el cuerpo se dimensiona como un microcosmos en transformación, susceptible de canalizar y de propiciar procesos de crecimiento a escala individual y colectiva”, explica Monge. 

Este tipo de experiencias creativas se reúnen en la última sección de la muestra. Obras de Luis Fernando Quirós, Karla Solano, Priscilla Romero o Alessandra Sequeira son parte de ella. 


De Quirós se muestra la fotografía Autodefensa y naturaleza, en la que el artista se autorretrata y se desdobla con una especie de mascarillas hechas de hojas y bejucos, elementos de protección asociados a su infancia. Por otro lado, la videoinstalación Conducto, de Solano, superpone la imagen de la artista con una cuerda que configura una especie de útero que evoca los nexos materiales e inmateriales que nos vinculan a los unos con los otros.

Sequeira, por otra parte, en una de sus obras, titulada Memoria del Cuerpo, invita a penetrar en una especie de capullo tejido con bambú y ramas hecho para propiciar y acuerpar experiencias introspectivas. Romero, muestra su instalación Archivo digital. Un memorial de la condición humana. En ella, la piel como matriz primigenia de la existencia de cada persona es esencial para crear “pieles” con latexgrafía, impresiones de la matriz latexgráfica en papel y dedos en yeso. Todas ellas, recopilan las huellas de miles de personas desde el 2018 haciendo eco del sentido colectivo del ritual.  

La muestra conformada por 38 obras, estará abierta hasta el 2023.  Una de las primeras actividades que se realizará para el público son visitas a la exhibición con la presencia de algunos de los artistas, con quienes podrán conversar a la luz de una serie de preguntas.  Se realizarán los miércoles 17 y 24 de agosto a las 2 p.m. y los interesados en participar pueden pedir información a educacion@museosdelbancocentral.org

 

Artistas de la exhibición: Adrián Arguedas, Alessandra Sequeira, Aquiles Jiménez

Dino Urpí, Elia Arce, Emma Segura, Giorgio Timms, Javier Calvo, José Díaz, Karla Solano, Lucía Madriz, Luis Fernando Quirós, Marton Robinson, Mimian Hsu, Rafael Ottón Solís, Roberto Guerrero, Priscilla Monge, Priscilla Romero, Tamara Ávalos, Victoria Cabezas

 

 Los Museos del Banco Central de Costa Rica se ubican bajo la Plaza de la Cultura sobre calle 5 y abren todos los días de 9:15 a.m. a 5 p.m. El costo de la entrada es de ¢2500 para nacionales, ¢500 para estudiantes costarricenses, $11 para estudiantes extranjeros y $15 para extranjeros regulares. Niños menores de 12 años y ciudadanos de oro no pagan. Los domingos es 2x1 para costarricenses y residentes. Las entradas están a la venta en la boletería o en  https://boleteria.museosdelbancocentral.org/